PAMUKKALE – HIERAPOLIS. LAS PUERTAS DEL HADES

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Turquía – Mediterráneo (Akdeniz Bölgesi)  /  HIERAPOLIS (Asia)

 

Pamukkale – Hierapolis está situada al suroeste de Turquía, en la provincia de Denizli, a 22km. de su capital, en la cara norte del valle del río Curuksu. El lugar cuenta con dos grandes atractivos, dos puntos de especial interés, el «castillo blanco» de Pamukkale y las ruinas de la antigua ciudad de Hierápolis. En 1988 Hierapolis-Pamukkale fue inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.

 

Las impresionantes terrazas blancas de Pamukkale son una de las maravillas de la Naturaleza que podemos encontrar en Turquía. Pamukkale significa “castillo de algodón”. Se trata de una serie de terrazas de travertino, con acantilados de 20 m. de altura y cataratas situadas en las estribaciones de las montañas Cokelez. El efecto geológico se produce por el alto contenido en minerales de las aguas naturales que caen por el acantilado. Ya no se puede pasear por las terrazas en orden a la prevención de las mismas, pero sí es posible tomar un baño en la cercana piscina de Cleopatra, que cuenta con fragmentos de pilares de mármol. Las fuentes termales y las piscinas de travertino están situadas en las cercanías de la antigua ciudad romana de Hierápolis, en el extremo suroriental de las terrazas, ocupando un área de 2.500 m. de longitud y 500 m. de anchura.

 

Pamukkale, «el castillo de algodón» (foto: Ryan)
Piscina de Cleopatra (foto: Shankar S.)

 

Hierápolis fue fundada a finales del siglo II a.C. por el rey de Pérgamo, Eumenes II. Pasó a formar parte del territorio de Roma en el 133 a.C. por voluntad del rey Atalo III, que así lo designó en su testamento. La ciudad fue completamente destruida por un terremoto en el 17 d.C., durante el principado de Tiberio y reconstruida en el 60 d.C. durante el mandato de Nerón tras un nuevo movimiento sísmico. Alcanzó su mayor grado de prosperidad a finales del siglo II d.C. – principios del siglo III d.C. bajo la égida de Septimio Severo y su hijo Caracalla. La ciudad formaba parte de la provincia romana de Asia, cuya capital era Éfeso. Con la división del Imperio, Hierapolis pasó a formar parte del Imperio de Oriente y bajo el reinado de Constantino se convirtió en una de las dos metrópolis de Phrygia Pacatiana. Hierápolis fue un importante centro de la Cristiandad, indicando la tradición que en ella fue martirizado el apóstol Felipe, crucificado por Domiciano en el año 87 d.C.

 

Su urbanismo mantiene las líneas clásicas con las calles ordenadas en retículas y los principales edificios alineados en la vía principal, que tenía un kilómetro de longitud. Hierápolis fue incluida en la Lista del Patrimonio Universal de la UNESCO en 1988 en base a ser una muestra excepcional de una instalación termal greco-romana situada en un extraordinario lugar natural y por sus monumentos cristianos de los siglos IV – VI d.C., ejemplos de la conjunción arquitectónica  paleocristiana formada por la catedral, el baptisterio y las  iglesias.

 

El acceso norte a la ciudad se realiza a través del Arco de Domiciano, accediendo así a la Plateia, la vía principal de Hierapolis. El arco fue erigido por Julius Frontinus, proconsul de la provincia romana de Asia, entre los años 82 y 83 d.C. Estaba protegido por dos torres semicirculares y tres arcadas, que permitían el acceso a la urbe.  La Plateia contaba con una anchura de trece metros y  atravesaba  la ciudad de norte a sur. Esta importante calzada se hallaba pavimentada con grandes bloques de caliza.

 

Hierápolis. Arco de Domiciano (foto: Carole Raddato)

 

El primer edificio destacado que nos encontramos son las termas públicas. Fueron construidas en el siglo II d.C. Contaban con una palestra, destinada a los ejercicios físicos, de 36x52m. A continuación se hallaban unas estancias privadas, destinadas para uso ceremonial. En una pequeña estancia adyacente se ha dispuesto un museo, donde se presentan los objetos más significativos de las excavaciones de Hierápolis.

 

Termas de Hierápolis (foto: Carole Raddato)

 

El  teatro fue construido durante la dinastía flavia, durante la reconstrucción de la ciudad realizada en ese período. Durante el principado de Septimio Severo (193-211 d.C.) fue reformado y enriquecido con estatuas y relieves. Tras su restauración, podemos rememorar su pasado esplendor observando los frisos con escenas mitológicas de Apolo y Artemisa. Se han conservado treinta de las cuarenta y cinco filas de asientos con que contaba el teatro.

 

Teatro de Hierápolis (foto: Damian Entwistle)
Teatro de Hierápolis (foto: Carole Raddato)

 

El siguiente monumento es el Templo de Apolo, principal deidad de la ciudad. Si bien sus orígenes se remontan a la era helenística, su estructura actual pertenece al siglo III d.C. Próximo al templo se halla una oquedad, el Plutonium, de la que emanaba gases tóxicos, cuyos delirantes efectos fueron experimentados y relatados por el propio Estrabón. Junto al templo se levantó una fuente monumental, también en el siglo III d.C.

 

Hierápolis. Templo de Apolo (foto: Carole Raddato)

 

LAS PUERTAS DEL HADES.

En abril de 2013 se presentó el descubrimiento del Plutonium, o las Puertas del Infierno, el acceso al inframundo según la mitología clásica. Arqueólogos de la Università del Salento hallaron este lugar al tratar de reconstruir el recorrido de unas fuentes termales. El geógrafo griego Estrabón lo describió, en el 24 d.C., como un espacio lleno de vapor tan denso y neblinoso que difícilmente se podía ver el suelo y en el que cualquier animal que entrara, encontraba la muerte al instante. Según el profesor Francesco D’Andria, era un lugar de peregrinación donde los visitantes podían presenciar los ritos sagrados desde la escalinata, pero sin poder acceder al recinto sacro, reservado para los sacerdotes, los eunucos de Cibeles. Durante la ceremonia pequeños pájaros eran entregados a los peregrinos para testar los mortales efectos de la caverna, mientras los sacerdotes sacrificaban toros al dios Plutón. Este lugar sacro estuvo en funcionamiento hasta el siglo IV d.C.

 

Hierápolis. Plutonium (foto: Francesco D’Andria)

 

Científicos de la Universidad de Duisburgo-Essen han verificado la fuerte actividad geológica de la zona. Una profunda fisura, sobre la cual está localizado el Plutonium, emite constantemente dióxido de carbono de origen volcánico. Los investigadores han comprobado que las emisiones de gas son más fuertes al amanecer y al atardecer, dado que el calor del sol disipa el gas durante el día. A ras de suelo, las concentraciones de CO2 pueden matar animales o personas en cuestión de minutos. Sin embargo, con la altura estas concentraciones desaparecen rápidamente.

 

Hierápolis. Plutonium -recreación digital- (foto: Francesco D’Andria)

 

Otros lugares de interés en Hierápolis son la basílica cristiana, del siglo VI d.C., situada al este de las termas-museo de Hierápolis. A las afueras de la ciudad se encuentra una vasta necrópolis, con más de 1.200 tumbas. Éstas se encuentran a ambos lados de la calzada en una distancia de dos kilómetros, siendo uno de los mayores y mejor preservados cementerios de Anatolia.

 

Hierápolis. Necrópolis (foto: Carole Raddato)

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