EGINA. LA ISLA DE LOS DIOSES Y EL TEMPLO DE AFAIA

Grecia – Región de Ática / AEGINA (Achaea)
Situada en el corazón del Golfo Sarónico, a tan solo 27 km al suroeste de Atenas, Egina (Aegina) es una isla con una historia fascinante y una riqueza arqueológica incomparable. Célebre en la Antigüedad por su poder naval y su influencia comercial, la isla se ha convertido hoy en un refugio de tranquilidad y cultura para quienes buscan una escapada desde la capital griega. Con sus pintorescos paisajes, sus aguas cristalinas y su legado arqueológico inigualable, Egina es un destino donde el pasado y el presente se entrelazan en una danza armónica.
Su fácil acceso desde el puerto del Pireo (con ferris frecuentes que tardan entre 40 y 75 minutos) hace que sea una opción popular tanto para excursiones de un día como para estancias más prolongadas. En sus calles se puede disfrutar de un ambiente relajado, con playas encantadoras, tabernas tradicionales y un notable legado histórico y arqueológico.

EGINA EN LA MITOLOGÍA GRIEGA: DIOSES, NINFAS Y HÉROES
Egina, isla de mitos y leyendas, debe su nombre a la ninfa Egina, hija del dios fluvial Asopo. Según la tradición, Zeus, enamorado de su belleza, la raptó y la llevó a esta isla deshabitada, que desde entonces llevaría su nombre. De su unión nació Éaco, quien se convertiría en el primer rey de Egina y en uno de los tres jueces del Inframundo junto a Minos y Radamantis.
Éaco era tan piadoso que los dioses lo favorecieron con su protección. Se dice que, cuando una plaga asoló la isla y la dejó sin habitantes, Zeus transformó a las hormigas en hombres para poblarla. Así nacieron los mirmidones, guerreros tenaces que, siglos después, seguirían a Aquiles en la Guerra de Troya. No en vano, Éaco fue el abuelo de dos grandes héroes: Telamón, padre de Áyax el Grande, y Peleo, padre del invencible Aquiles.
Pero la isla no solo es tierra de reyes y guerreros, sino también de dioses. En Egina se rendía culto a Afaia, una deidad vinculada a la caza y la fertilidad. Su mito cuenta que, al huir de la persecución del rey Minos, Afaia se arrojó al mar y emergió en la isla, donde fue divinizada. Su santuario, el majestuoso Templo de Afaia, sigue en pie como testimonio de su culto, aunque con el tiempo los griegos la identificaron con Artemisa y Atenea.

HISTORIA DE LA ISLA DE EGINA
Más allá de los relatos mitológicos, Egina fue un enclave clave en el comercio del Mediterráneo desde tiempos prehistóricos.
Durante la Edad del Bronce, la isla prosperó como un centro de intercambios comerciales, y en la época arcaica (siglo VII a.C.), se convirtió en una de las primeras polis griegas en acuñar moneda de plata, un testimonio de su pujanza económica y su poder naval. Sin embargo, esta prosperidad no estuvo exenta de conflictos: Atenas veía con recelo el ascenso de Egina y, tras la victoria de los griegos en la Batalla de Salamina (480 a.C.), la isla comenzó a perder su independencia, cayendo bajo el dominio ateniense en el siglo V a.C.
Egina nunca recobraría su antiguo esplendor, pero continuó siendo un enclave de importancia durante la época helenística y romana. Durante el dominio del Imperio Romano, la isla fue integrada en la provincia de Achaea, establecida en el 27 a.C. bajo el gobierno de Augusto. Esta provincia abarcaba gran parte de Grecia y consolidó a Egina como un centro comercial y religioso dentro del mundo romano, aunque su relevancia política ya había disminuido. Con la llegada del Imperio Bizantino, la isla experimentó un nuevo auge, marcado por la construcción de numerosas iglesias y monasterios que hoy conforman uno de sus atractivos más singulares.
QUÉ VER EN LA ISLA DE EGINA
EL TEMPLO DE AFAIA: UNA MARAVILLA DEL DÓRICO GRIEGO
El Templo de Afaia, ubicado en una colina rodeada de un frondoso bosque de pinos, es uno de los mejores ejemplos de arquitectura dórica en Grecia. Construido en el siglo V a.C., este santuario fue dedicado a Afaia, una diosa local vinculada a la fertilidad y la protección de los navegantes. Su estructura, que se conserva en notable estado, mantiene casi todas sus columnas en pie, creando una visión majestuosa del templo tal como se alzaba en la Antigüedad.
Este templo de planta rectangular mide aproximadamente 28 metros de largo por 13 metros de ancho y se compone de 12 columnas en los lados largos y 6 en los cortos. Su diseño sigue las estrictas normas del orden dórico, con un friso adornado por metopas y triglifos, y su interior albergaba una gran estatua de culto de la diosa.

Desde la explanada del templo, el paisaje se abre en una panorámica sublime: el azul intenso del Egeo, la silueta de Atenas en la lejanía y el Templo de Poseidón en Sunio, con el que forma una línea casi perfecta en el mapa, lo que ha dado pie a teorías modernas sobre su posible conexión astronómica y religiosa.

LAS ESCULTURAS DE AFAIA EN LA GLIPTOTECA DE MUNICH
Uno de los mayores tesoros del Templo de Afaia son sus frontones esculpidos, considerados obras maestras del arte arcaico tardío y testigos de la evolución hacia el clasicismo griego. Talladas en mármol de Paros, estas esculturas representan dos episodios de la Guerra de Troya, con la diosa Atenea como figura central y protectora de los combatientes.
El frontón oriental muestra la primera expedición de los griegos contra Troya, liderada por Heracles y Telamón, el hijo de Éaco, el legendario rey de Egina. En él, los guerreros aparecen en diferentes posturas dinámicas, reflejando la tensión del combate, con cuerpos que ya evidencian un avance hacia el realismo anatómico.

El frontón occidental representa la guerra posterior con Agamenón y los aqueos. Aquí se observa un dramatismo más pronunciado, con figuras que expresan el sufrimiento y la lucha en un alto grado de detalle. En ambos frontones, Atenea se erige en el centro, firme y serena, como símbolo de la victoria y el orden divino en el caos de la batalla.

Las esculturas fueron descubiertas en el siglo XIX y trasladadas a Alemania, donde hoy se exhiben en la Gliptoteca de Múnich, en un montaje que intenta replicar su disposición original en el templo, permitiendo apreciar la maestría de los artistas que las esculpieron.
LAS ESCULTURAS POLICROMADAS DE AFAIA EN FRANKFURT
En la década de 1990, el Museo Liebieghaus de Frankfurt, llevó a cabo un estudio de la policromía de los frontones del templo e Afaia, dentro del reconocido proyecto Bunte Götter (Dioses de colores), presentando en 2003 su primera gran exposición.
Este proyecto, dirigido por el arqueólogo Vinzenz Brinkmann, demostró mediante análisis de espectroscopía y reconstrucciones tridimensionales que las esculturas griegas no eran blancas, sino que estaban profusamente decoradas con colores vivos como rojo, azul, amarillo y dorado. Se utilizaron técnicas avanzadas de luz ultravioleta, rayos X y espectrofotometría para detectar restos de pigmentos originales y reconstruir digitalmente la apariencia cromática de las esculturas en la Antigüedad.
Las reconstrucciones realizadas incluyen figuras clave de los frontones, como:
- Atenea, en el centro del frontón, con una vestimenta decorada con detalles dorados y un rostro resaltado con pigmentos rojizos.
- Hoplitas aqueos y troyanos, cuyos cascos, armaduras y escudos fueron recreadas con los colores originales.
- Guerreros caídos, mostrando un detallado trabajo de color en la musculatura y en los pliegues de los ropajes.
Gracias a estos estudios, el público puede acercarse a la auténtica apariencia de la escultura griega en la Antigüedad, desmitificando la imagen clásica de mármol blanco y devolviendo a las figuras su esplendor cromático original.


COLINA DE KOLONA. EL ORIGEN DE LA ANTIGUA EGINA
Situada junto al puerto de Egina, la Colina de Kolona es el corazón arqueológico de la isla y uno de los yacimientos más fascinantes de la región. Su nombre, ‘Kolona’ (columna en griego), proviene de la única columna que aún se mantiene en pie del antiguo Templo de Apolo, construido en el siglo VI a.C. Esta colina albergó un asentamiento desde la Edad del Bronce y fue un importante centro religioso y comercial en la época micénica y arcaica.

Los restos arqueológicos encontrados en la colina incluyen murallas ciclópeas de la época micénica, casas de época clásica y estructuras ceremoniales.

Justo al lado del sitio arqueológico se encuentra el Museo Arqueológico de Egina, donde se pueden ver inscripciones votivas, fragmentos arquitectónicos y relieves hallados en la colina. La colección también incluye piezas de la era clásica y romana que reflejan la evolución de Egina a lo largo de los siglos., que alberga piezas clave halladas en la colina y en otros puntos de la isla. En su colección destacan cerámicas micénicas, esculturas arcaicas y fragmentos de relieves que ayudan a reconstruir la historia de la isla desde sus orígenes prehistóricos hasta la época romana.

OTROS LUGARES DE INTERÉS EN EGINA Y SUS ALREDEDORES
MONASTERIO DE SAN NECTARIO
Uno de los lugares de peregrinación más importantes de Grecia, el Monasterio de San Nectario, es conocido no solo por albergar las reliquias del santo ortodoxo, sino también por su imponente arquitectura bizantina. Construido en el siglo XX, es un centro espiritual de gran relevancia para la Iglesia Ortodoxa Griega y destaca por su impresionante cúpula y su tranquilo entorno.
ISLAS CERCANAS Y LA PENÍNSULA DE METHANA: EXCURSIONES RECOMENDADAS
Para quienes deseen explorar más allá de Egina, las islas de Moni y Agistri ofrecen playas idílicas y una naturaleza exuberante, perfectas para una escapada desde la historia a la serenidad del Egeo.
Por otro lado, la península de Methana, conectada al Peloponeso por un estrecho istmo, es una joya geológica y arqueológica. Conocida por su actividad volcánica, Methana alberga aguas termales naturales, un impresionante cráter volcánico al que se puede acceder mediante una ruta de senderismo, y vestigios de asentamientos antiguos, incluidos restos de fortificaciones y templos. Su combinación de riqueza natural e histórica la convierte en una excelente opción para los viajeros que buscan una experiencia diferente cerca de Egina.
Egina es mucho más que un destino histórico; es un lugar donde cada rincón cuenta una historia, desde los templos que dominan las colinas hasta las plazas donde se ofrecen los afamados pistachos de la isla. Quizás desees contemplar la arquitectura dórica al atardecer, perderte en las callejuelas adoquinadas o simplemente saborear un pistacho recién tostado mientras la brisa marina envuelve tu visita.