Kanais, el templo de Seti I
Publicado el 28 de mayo de 2019. Última actualización el 21 de octubre de 2025.
WADI ABBAD – Egipto / Aegyptus
El pequeño enclave de Kanais, conocido también como El Kanais —que en árabe significa “la capilla”—, se encuentra en pleno Desierto Oriental egipcio, en la ruta que comunicaba Edfú (Contra Apollinopolis), a orillas del Nilo, con el puerto de Berenike, en la costa del Mar Rojo. Esta vía, que recorría aproximadamente 250 km, fue durante milenios el principal corredor de conexión entre el valle y los recursos minerales del desierto, así como la ruta comercial hacia el mar.
El lugar se sitúa a unos 50 km del Nilo, en el Wadi Abbad, punto de entrada a una región abrupta y de clima extremo, pero esencial para la explotación de oro y esmeraldas desde el Reino Nuevo hasta la época romana
HISTORIA DE KANAIS
El templo de Kanais fue mandado excavar en la roca durante el reinado de Seti I (1294-1279 a.C.), segundo faraón de la dinastía XIX y padre de Ramsés II. El santuario formaba parte del sistema de lugares de culto levantados por el faraón en los caminos del Desierto Oriental, como puntos de parada, devoción y protección divina para las expediciones que se dirigían a las minas de oro y piedras preciosas.
Durante la época ptolemaica y romana, Kanais continuó siendo un punto estratégico de paso y de control. Frente al templo se edificó un fortín romano, encargado de vigilar la ruta y proteger el abastecimiento de agua. Sus muros de piedra arenisca, de planta cuadrangular, rodeaban una gran cisterna y un pozo profundo que garantizaban el suministro a las caravanas que atravesaban el desierto. Kanais era, así, una estación militar y logística que enlazaba el valle del Nilo con los puertos del Mar Rojo utilizados por Roma para el comercio con Arabia y la India.
QUÉ VER EN KANAIS
EL TEMPLO DE SETI I
Tallado directamente en un acantilado de arenisca, el templo presenta dos partes diferenciadas: un pórtico exterior adosado a la fachada, con cuatro columnas de capiteles de loto que sostienen el arquitrabe y el techo de piedra, y un santuario interior excavado en la roca o espeos. Las paredes están decoradas con inscripciones jeroglíficas y cartuchos de Seti I, en los que el faraón aparece ofrendando a Amón-Ra, Horus y Hathor. En los relieves destacan dos escenas simétricas: en el muro oriental, Seti I sujeta por los cabellos a sus enemigos nubios en actitud triunfal; en el muro occidental, es Horus quien repite el gesto sobre las fuerzas del caos. Estas representaciones simbolizan la victoria del orden y de la luz, uno de los temas centrales del arte real egipcio.
El santuario interior conserva relieves con restos de policromía, especialmente en los jeroglíficos y figuras de los dioses, aunque no está abierto al público. Por motivos de conservación y seguridad, el acceso se restringe a misiones arqueológicas autorizadas. El visitante puede contemplar el pórtico y la fachada tallada, mientras que el interior se documenta mediante fotografías y estudios epigráficos del Ministerio de Antigüedades.
En la parte superior del acantilado se observan las marcas de cantera que muestran el modo en que se extrajo la piedra para la construcción del templo, testimonio directo del trabajo de los artesanos del Reino Nuevo.


EL FORTÍN ROMANO DE KANAIS
Frente al santuario se levantan los restos del fortín romano, cuyas bases y alzados alcanzan todavía más de dos metros de altura. A su alrededor se identifican el pozo excavado en la roca y la cisterna abovedada que aseguraban el agua en un entorno absolutamente árido. El fuerte era tanto puesto de control, como lugar de abastecimiento de agua. Su ubicación es importante por estar situado a la entrada del Desierto Oriental y por ser ésta la vía de comunicación utilizada para transportar el oro o las esmeraldas extraídas de las minas del desierto y llevadas a los puertos romanos del Mar Rojo.


El acceso actual a Kanais se realiza por pista desde la carretera que conecta Edfú con Marsā Alam, en el tramo conocido como la Eastern Desert Road. El camino atraviesa el wadi, de paisaje desolado y majestuoso, siguiendo el antiguo itinerario de las caravanas.
VISITAS CERCANAS
El entorno del Wadi Abbad conserva varios enclaves arqueológicos de gran interés, todos ellos relacionados con la explotación minera y las rutas del desierto.
WADI MIYAH
A unos 45 km al norte, en dirección a Edfú, se encuentra el wadi Miyah, donde subsisten restos de otro templo rupestre de época de Seti I, dedicado igualmente a Amón-Ra y Horus, y vinculado a las minas de oro de la zona.
WADI EL-HUDI
Más al sureste, a aproximadamente 60 km —alrededor de una hora y cuarto de trayecto por pista—, se localiza el yacimiento de Wadi el-Hudi, célebre por sus canteras de amatista y por las inscripciones de los funcionarios que las explotaron en tiempos de los faraones del Reino Medio y del Imperio Nuevo. Las estelas grabadas en la roca conservan los nombres de los responsables de las expediciones y constituyen una de las mayores colecciones de textos del desierto oriental.
BERENIKE
Finalmente, hacia la costa, el puerto romano de Berenike, situado a unos 200 km al este (unas tres horas por carretera moderna), completa el recorrido. Desde allí partían los navíos con destino a Arabia, la India y África oriental, integrando a Egipto en las redes comerciales del Imperio romano.
Estos lugares conforman un itinerario único que permite seguir las huellas de las antiguas rutas del oro y del incienso, desde el valle del Nilo hasta el Mar Rojo, en el mismo paisaje que cruzaron los templos de Seti I y las legiones de Roma.
