El Gabinetto Segreto del MANN

Publicado el 8 de junio de 2025. Última actualización el 25 de agosto de 2025.
Erotismo y religión en la vida cotidiana romana
El Gabinetto Segreto (Gabinete Secreto) del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles es una de las colecciones más singulares y reveladoras del mundo clásico. Nacido de la contradicción entre la fascinación arqueológica y la censura moral, este espacio ha pasado por siglos de restricciones, clausuras y redescubrimientos. Su historia refleja, en muchos sentidos, la evolución cultural de Europa respecto al erotismo, el poder simbólico del cuerpo y la libertad de expresión.
HISTORIA DEL GABINETTO SEGRETO
Todo comenzó en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando las excavaciones de Herculano, Pompeya y Stabiae, patrocinadas por la monarquía borbónica de Nápoles, empezaron a sacar a la luz frescos, esculturas, y objetos domésticos que tenían un contenido sexual explícito. Estos descubrimientos causaron fascinación y escándalo a partes iguales entre la aristocracia ilustrada europea.
Aunque los romanos consideraban el erotismo como una dimensión natural de la vida, integrada en la religión, el humor, la fertilidad y la decoración doméstica, la moral cristiana y neoclásica de la época no compartía esa naturalidad, y no estaba dispuesta a asumirla públicamente.
LA CREACIÓN DEL GABINETTO SEGRETO
En 1819, durante una visita del rey Francisco I de las Dos Sicilias, junto con su familia, al Museo Real Borbónico, se escandalizó por la presencia de obras de contenido erótico entre las colecciones visibles. Como reacción, ordenó el aislamiento inmediato de todas las piezas “indecentes” en una sala cerrada bajo llave. Nacía así oficialmente el Gabinetto Segreto, concebido como un espacio al que solo podrían acceder adultos varones con permiso expreso y de “moralidad comprobada”. Durante décadas, el acceso estuvo reservado a nobles, académicos varones y visitantes extranjeros recomendados. Las obras quedaron literalmente encerradas tras rejas de hierro forjado, convertidas en símbolo visual de la censura moral.
A lo largo del siglo XIX y buena parte del XX, el Gabinetto Segreto permaneció cerrado o con acceso extremadamente restringido. Durante el periodo de dominación francesa, y más tarde con la unificación de Italia, hubo intentos de reorganizar la colección, pero la visión del erotismo clásico seguía condicionada por prejuicios morales.
Incluso en pleno siglo XX, el Gabinete era objeto de leyendas y curiosidad morbosa. En 1950 se reabrió brevemente, pero volvió a cerrarse en 1967 por presiones conservadoras. Algunos estudiosos y periodistas lo calificaban como “el museo más prohibido del mundo”.
SU APERTURA AL PÚBLICO
Solo a partir de 2000, en el contexto de una museología más abierta y comprometida con la interpretación crítica del patrimonio, el Gabinetto Segreto fue finalmente reabierto al público general. Desde entonces, forma parte del espacio expositivo del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, aunque se mantiene una advertencia de “contenido explícito” a la entrada.
Lejos de su función inicial de aislamiento moral, el Gabinetto ha sido recontextualizado como un espacio que invita a reflexionar sobre las prácticas culturales del mundo romano y sobre los procesos de censura que han acompañado a la historia del arte. Las piezas expuestas ya no se presentan como objetos “obscenos”, sino como testimonios del papel del erotismo en la religión, la vida cotidiana y el imaginario simbólico de la Antigüedad.

QUÉ VER EN EL GABINETTO SEGRETO
El gabinete alberga más de 250 piezas de contenido sexual, la mayoría de época romana. Destacan los frescos eróticos, muchos de ellos procedentes del lupanar de Pompeya, el burdel más famoso hallado en la ciudad, así como de cubículos privados y triclinios; Tintinnabula fálicos, campanillas protectoras con forma de falo, símbolo de fertilidad y amuleto contra el mal de ojo; Lámparas de aceite con escenas explícitas, utilizadas en ambientes domésticos; y Estatuillas fálicas y representaciones de divinidades como Priapo, dios de la fertilidad, cuyo colosal falo es tanto símbolo como broma visual.
LOS FRESCOS ERÓTICOS
Uno de los núcleos más reveladores del Gabinetto Segreto está dedicado a los frescos eróticos descubiertos en Pompeya, Herculano y otras ciudades del área vesubiana. Estas pinturas, extraídas tanto de espacios públicos como privados, revelan una concepción del cuerpo, el deseo y la sexualidad profundamente distinta de la que prevaleció en épocas posteriores.
En el caso de los lupanaria (burdeles), como el célebre Lupanar de Pompeya, las paredes estaban decoradas con escenas sexuales explícitas, representadas con notable calidad técnica y repetidas en distintos cubículos. Varios investigadores, como John R. Clarke, sostienen que estas imágenes funcionaban como un catálogo visual para los clientes, facilitando la elección de servicios de forma visual y directa. Estas representaciones no tenían connotaciones vergonzosas, sino funcionales dentro de un entorno reglado.


Más complejo es el caso de los frescos encontrados en casas privadas. Lejos de ser ocultados, muchos se hallaban en lugares prominentes: vestíbulos, triclinia (comedores), peristilos ajardinados o cubículos. La historiografía moderna ha propuesto varias interpretaciones complementarias, respaldadas por el análisis contextual:
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En primer lugar, estas escenas tenían un valor estético y lúdico. En entornos de ocio y banquete, los frescos podían provocar la risa, el asombro o la complicidad entre comensales, formando parte de una cultura refinada del placer (otium), como señalan Paul Zanker y otros autores.
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En segundo lugar, muchas de estas imágenes aludían a símbolos de fertilidad, abundancia y protección. El falo, Priapo o las escenas sexuales podían tener un carácter apotropaico (alejar el mal), actuando como amuletos visuales para atraer la fortuna al hogar, una función ya reconocida en la religión doméstica romana.
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En tercer lugar, la presencia de figuras mitológicas vinculadas a Dioniso/Baco, sátiros o ménades, sugiere una conexión con el universo simbólico del deseo y la transgresión ritual, donde el erotismo no era solo corporal, sino también cósmico, vinculado a los ciclos naturales y a los cultos mistéricos.
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Finalmente, tener este tipo de imágenes era también una muestra de estatus social. La recreación de escenas mitológicas con contenido erótico indicaba el conocimiento de modelos helenísticos, y reflejaba la sofisticación del dueño de la casa.


LOS TINTINABULA
Entre las piezas más singulares del Gabinetto Segreto destacan los tintinnabula, pequeños amuletos de bronce compuestos por un falo —a menudo alado o con formas fantásticas— del que cuelgan varias campanillas. Estos objetos se colgaban en puertas, patios o tiendas para proteger el hogar del mal de ojo mediante el poder combinado del símbolo fálico (fascinum) y el sonido metálico, considerados en la religión romana como medios eficaces contra la envidia (invidia).
Lejos de tener un valor obsceno, los tintinnabula encarnaban el vínculo entre erotismo, fertilidad y protección doméstica, y su presencia en casas y espacios públicos refleja cómo el falo era entendido como un símbolo de vida, fortuna y defensa espiritual, no como un tabú visual.

LAS LÁMPARAS ERÓTICAS
Otra categoría destacada del Gabinetto Segreto son las lámparas de aceite decoradas con escenas sexuales, objetos cotidianos en la vida romana que combinaban función práctica y carga simbólica. Estas lucernae, elaboradas mayoritariamente en cerámica, representaban parejas en diversas posturas, tríos o actos considerados no normativos, sin intención de escandalizar.
Estudios como los de John R. Clarke han señalado que estas imágenes, más que incitar al deseo, respondían a una lógica de ornamentación lúdica y transgresora, ligada al humor, la fertilidad o el imaginario báquico. Su iconografía, tratada con naturalidad, refleja cómo el erotismo formaba parte del paisaje visual del mundo romano, especialmente en el ámbito privado, sin las connotaciones de culpa o censura propias de épocas posteriores.

ESTATUILLAS FÁLICAS
El Gabinetto Segreto conserva también numerosas estatuillas fálicas, muchas de ellas en bronce, que representan falos aislados o integrados en figuras humanas, animales o híbridas. Estas piezas, lejos de tener una función obscena, estaban asociadas al simbolismo apotropaico del falo en la cultura romana, donde era visto como emblema de fertilidad, protección y fuerza vital. Algunas figuras muestran falos con alas, patas o rostros, dotándolos de movilidad y presencia mágica. Otras representan escenas humorísticas o grotescas con clara intención simbólica.
Los estudios actuales destacan que estas estatuillas formaban parte de la vida doméstica, religiosa o incluso comercial, y que su función era proteger al entorno y garantizar la prosperidad, actuando como barrera contra las energías negativas y la invidia (el mal de ojo). Su abundancia y variedad refuerzan la idea de que el falo, en el mundo romano, no era un objeto escandaloso, sino un símbolo potente de orden y equilibrio.

PRÍAPO
Una de las figuras centrales del universo erótico romano representado en el Gabinetto Segreto es Priapo, divinidad menor de origen oriental asociada a la fertilidad, la protección agrícola y la abundancia sexual. Se le representa habitualmente como un hombre barbado con un enorme falo en erección, que sostiene o exhibe de forma ostentosa. Su presencia era común en jardines, huertos, umbrales de casas o tabernas, donde actuaba como guardián simbólico frente al robo, la envidia o el mal de ojo. En algunas representaciones, como la célebre pintura procedente de la Casa dei Vettii en Pompeya, Priapo aparece pesando su miembro en una balanza con una bolsa de monedas, una imagen cargada de humor, prosperidad y equilibrio simbólico.
Según los estudios de Zanker y Beard, el culto a Priapo combinaba elementos rituales, escatológicos y cómicos, integrando lo sexual en la vida cotidiana sin contradicción moral. Su figura encarna así el vínculo entre erotismo, protección doméstica y riqueza, en una clave típicamente romana de convivencia entre lo divino y lo material.

El recorrido por el Gabinetto Segreto revela mucho más que una colección de objetos con carga sexual: ofrece una ventana a la cosmovisión romana sobre el cuerpo, el deseo y la protección del hogar. Lejos de ser marginales, las representaciones eróticas estaban plenamente integradas en la vida doméstica, ritual y simbólica de Roma. Los frescos de lupanaria y domus privadas, las lámparas eróticas, los amuletos sonoros como los tintinnabula, las estatuillas fálicas y las figuras de Priapo compartían una misma lógica cultural: el erotismo no era un tabú, sino una fuerza vital ligada a la fertilidad, la fortuna y la defensa frente al mal.
En lugar de interpretarse como pornografía antigua, estos objetos deben entenderse en su contexto social y religioso: como expresiones materiales de una mentalidad que asumía el sexo como parte de la naturaleza y del orden del mundo. El Gabinetto Segreto, al reunir y conservar estos testimonios, nos permite hoy revisar nuestra propia historia cultural del pudor, la censura y el cuerpo, y redescubrir una tradición visual donde el placer no estaba reñido con lo sagrado, lo cotidiano ni lo protector.
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