AUSTRIA – HUNGRIA – ESLOVENIA – ITALIA

 

¿QUÉ ES EL AMBAR?

 

Lo primero que nos preguntamos antes de adentranos en la ruta romana del ámbar es ¿qué es este material?. El ámbar es una sustancia que se forma como resultado de la fosilización de la resina de los árboles, generalmente coníferas, a través de unos procesos químicos denominados polimerización. Es una sustancia poco habitual en la Naturaleza, dado que para su formación es necesario primero que el árbol expulse resina y que posteriormente atrape a algún insecto que haga que la resina se endurezca. Por último se debe de dar el enterramiento de la resina, por arenas o arcillas, para que se produzca el proceso de fosilización y el consiguiente paso de resina a ámbar.

Los principales depósitos de ámbar del mundo se localizan en Europa oriental (en el Báltico), en México y en la República Dominicana.  La comercialización del ámbar del Báltico se inició al menos en el siglo VIII a.C.  Su comercio hasta la época romana se realizó través de los grandes ríos de Europa y los Alpes. La datación del ámbar báltico se remonta al Eoceno (Cenozoico) y tiene entre 22 y 50 millones de años. Procede de la fosilización  de la resina de una planta conocida como Pinus succinifiera. Los yacimientos de esta resina fósil  son muy grandes, con una producción de varias toneladas al año.

 

Amuleto de gladiador de ámbar. Londres

 

EL AMBAR EN LA ANTIGUA ROMA

 

El ámbar fue fuertemente demandado por la sociedad romana, entre los siglos I y III d.C. principalmente, tras la conquista de la Panonia, y el contacto con las tribus celtas que lo utilizaban tanto para la medicina – contiene ácido sucínico, que es un bioestimulante único- como para la religión –figuras votivas- y la joyería -como ajuar personal-. Las referencias clásicas en relación con el ámbar, «el Oro del Norte», las tenemos de la mano de Plinio el Viejo (23-79 d.C.) y Tácito (55-120 d.C.). El primero, en su Historia Natural, nos indica que el ámbar proviene de las costas del Mar Báltico, a 600 millas romanas de Carnuntum (889 km.) y que era transportado hasta la provincia romana de Panonia por las gentes de Barbaricum, más allá del Limes romano del Danubio. Tácito, va más allá, y en su obra Germania, nos indica que es la tribu de los Esti, habitantes de la península de Sambia, los únicos que obtienen el ámbar y que posteriormente lo venden en su estado natural a los mercaderes, alcanzando precios astronómicos: entre la alta sociedad romana un pedazo de ámbar llegaba a valer más que un esclavo de complexión atlética. Su importancia llegó a ser tal que, según el escritor griego Pausanias (115-180 d.C.), en Olimpia, el más importante de los santuarios de la Antigua Grecia, existía un retrato de ámbar del divinizado Augusto.

 

Tras la conquista de Panonia, las legiones de Tiberio construyeron una vía de comunicación entre el campamento legionario de Carnuntum (Austria), en el Danubio, y  la ciudad romana de Aquileia (Italia), en el Norte de la península itálica. Esta calzada es conocida como la “Ruta del Ámbar”. Gracias a ella tuvieron un gran desarrollo poblaciones como Scarbantia (Sopron-Hungría), Savaria (Szombathely-Hungría), Poetovium (Ptuj-Eslovenia), Celeia (Celje-Eslovenia), y Emona (Ljubljana-Eslovenia). Tras dejar Emona, la vía ascendía los Alpes julianos por el Paso de Piro (Hrusica, a 867m. sobre el nivel del mar) y desde allí descendía hasta Aquileia, en la costa norte del mar Adriático.

 

Parque arqueológico de Carnuntum, Austria (foto: Hiltibold)

 

Aquileia, Italia (foto: Moto Itinerari)

 

Parte de la antigua calzada romana del Ambar se puede ver en la provincia austríaca de Burgenland y en el museo provincial de Eisenstadt donde se guardan preciosas piezas romanas de ambar.

 

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