El Limes Arabicus en Jordania

Publicado el 20 de octubre de 2018. Última actualización el 4 de octubre de 2025.
Jordania
El Limes Arabicus fue la frontera oriental del Imperio Romano en la provincia de Arabia, extendiéndose desde el norte de Siria hasta el golfo de Aqaba. Constituía el límite entre las provincias romanizadas y las tierras de los pueblos nómadas del desierto, un espacio donde Roma no solo defendía su frontera, sino que también controlaba las rutas caravaneras que unían el Mediterráneo con Arabia y el mar Rojo.
Su principal objetivo era proteger las zonas agrícolas y los centros urbanos de las incursiones de tribus árabes, pero también asegurar el comercio entre Siria, Petra y Egipto. Por ello, la línea defensiva se articulaba en torno a una red de fortalezas legionarias, fuertes auxiliares, torres de vigilancia y calzadas militares que atravesaban los wadis y los oasis del desierto.
LA VÍA NOVA TRAIANA
El eje vertebrador del Limes Arabicus fue la Vía Nova Traiana, construida bajo el emperador Trajano entre los años 111 y 114 d.C.. Esta calzada imperial conectaba Bostra, capital de la provincia de Arabia, con Aila (Aqaba), en el golfo homónimo, a lo largo de 267 millas romanas (unos 395 km).
La vía unía las principales ciudades de la Decápolis, como Gerasa, Philadelphia (Amán), Petra y Udruh, y contaba con mansiones y estaciones militares cada pocos kilómetros. A lo largo de su recorrido se situaban los grandes centros logísticos del ejército romano, que garantizaban el control del tránsito de mercancías y tropas.
FORTALEZAS LEGIONARIAS
El Limes Arabicus contaba con una red de fortalezas legionarias, fuertes auxiliares y torres de observación para cumplir con su cometido. Se conoce la existencia de cuatro fortalezas legionarias, localizadas cada cien kilómetros. La más septentrional se hallaba en Bostra (Siria), al norte de la frontera jordana, donde estuvo acantonada la Legio III Cyrenaica desde el siglo II d.C. hasta el siglo V d.C. La siguiente era Betthorus (el – Lejjun, Jordania), cuartel de la Legio IV Martia, construida en torno al 300 d.C. La tercera fortaleza legionaria era la de Adrou (Udruh, Jordania), localizada al este de Petra, y que probablemente cobijó a la Legio IV Ferrata. Por último, en Aila (Aqaba, Jordania), estaba acantonada la Legio X Fretensis. Este lugar, situado en el extremo norte del Golfo de Aqaba, era el centro del tráfico marítimo y trayecto final de la Vía Nova Traiana.

FUERTES AUXILIARES
Entre las grandes fortalezas legionarias se hallaban situados fuertes que albergaban tropas auxiliares: los castellum o castra. Algunos de ellos se encuentran en un aceptable estado de conservación, como el de Khirbet el-Fityan, el de Qasr Bshir, Da’janiya o Humeima. Uno de los vestigios más espectaculares corresponden al quadriburgium Mobeni (Qasr Bshir), construido entre 293-305 d.C. y que albergaba una unidad auxiliar de caballería. Otro fuerte bien preservado es el Da’janiya, situado al sur de Wadi al-Hasa, al oeste de la Autopista del Desierto, y a 75 km. al norte de Udruh, construido en la misma época que el de Mobeni.
Estos castella formaban una cadena defensiva continua que cubría los accesos de los wadis y las principales vías de comunicación, en especial la Vía Nova Traiana.

LAS TORRES DE OBSERVACIÓN
Otro de los elementos constructivos del Limes Arabicus identificables en Jordania son las torres de observación. Los romanos utilizaron básicamente estructuras de la Edad del Hierro y nabateas, situadas en las cimas de colinas y en las crestas de las montañas. Desde ellas se podían ver otras torres o puestos militares, como sucede en Qasr Bshir, desde donde se observan las torres de Qasr Abu el-Kharaq y Qasr el-Al. Uno de los mejores ejemplos es el de Qasr Abu Rukba. Se cree que las unidades localizadas en las torres se comunicaban por señales de humo durante el día y con antorchas por la noche.

QUÉ VER HOY
El visitante puede recorrer parte del antiguo Limes siguiendo la Vía Nova Traiana desde Kerak hacia el sur. Los fuertes de El-Lejjun y Qasr Bshir, situados a menos de una hora entre sí, permiten comprender la escala de las fortificaciones y la eficacia del sistema militar romano en el desierto.
Los restos de torres, tramos de calzada, campamentos y pequeños puestos de vigilancia se integran hoy en un paisaje árido y monumental que conserva, pese al paso del tiempo, la huella de Roma en el extremo oriental de su Imperio.
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