Tarifa, cetáceos y Baelo Claudia

doble imagen de orcas en el Estrecho de Gibraltar y una factoría de salazones de Baelo Claudia
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Tarifa, cetáceos y Baelo Claudia se dan la mano en el extremo más meridional de la Península Ibérica, donde el Atlántico y el Mediterráneo se encuentran en el Estrecho de Gibraltar. En estas aguas, una de las más ricas y dinámicas del planeta, confluyen migraciones marinas y culturas humanas desde la Antigüedad. Muy cerca, en la ensenada de Bolonia, se alzan las ruinas de Baelo Claudia, la ciudad romana que convirtió el atún y el garum en fuentes de riqueza y prestigio. Esta ruta permite al viajero recorrer dos dimensiones inseparables del mar: el legado arqueológico de Roma y la observación directa de los gigantes que lo habitan hoy.

BAELO CLAUDIA Y LA INDUSTRIA DEL ATÚN EN EL ESTRECHO

En la ensenada de Bolonia, los vestigios de Baelo Claudia permiten al visitante recorrer uno de los conjuntos industriales más representativos del Imperio Romano: las factorías de salazones. Estas instalaciones, visibles aún entre las ruinas, son un reflejo del papel esencial que desempeñó el mar en la economía y el comercio de la ciudad.

Las factorías se organizaban en torno a grandes piletas rectangulares excavadas en el terreno y revestidas con opus signinum, un mortero impermeable de cal y fragmentos cerámicos. Estas piletas, dispuestas en serie y comunicadas entre sí, servían para sumergir el pescado en salmuera durante semanas o meses, garantizando su conservación y facilitando su transporte a largas distancias. En Baelo Claudia se han identificado decenas de estas estructuras, lo que revela la magnitud de la producción.

El proceso comenzaba con la llegada de los atunes a la costa, coincidiendo con su migración primaveral por el Estrecho de Gibraltar. Capturados mediante almadrabas primitivas (redes colectivas, antecedentes de las almadrabas actuales), eran conducidos a tierra firme, donde se realizaba el despiece meticuloso. Los romanos conocían bien el valor de cada parte del pez y desarrollaron un sistema de aprovechamiento total.

Los lomos y ventrescas, de carne más apreciada, se cortaban en piezas regulares que se sumergían en las piletas con capas alternas de sal. Allí permanecían hasta quedar listos para su consumo o exportación. Las vísceras y restos blandos no se desperdiciaban: se maceraban y prensaban para obtener el célebre garum, una salsa líquida que, tras ser filtrada y decantada, se envasaba en ánforas selladas con el nombre del productor. Incluso las espinas y cabezas se hervían en grandes calderos para extraer aceites y colas, útiles tanto en la alimentación como en la elaboración de conservas.

EL GARUM

El garum de Baelo Claudia alcanzó gran reputación en todo el Mediterráneo. Ánforas halladas en el yacimiento confirman que se exportaba a centros tan lejanos como Roma o Cartago. El secreto residía en la abundancia de atunes en el Estrecho y en la disponibilidad de sal procedente de las salinas cercanas, que aseguraban una producción continua y de calidad.

Hoy, el visitante que recorre el yacimiento puede reconocer con claridad la disposición de estas factorías. Junto a las piletas de salazón se conservan vestigios de almacenes y espacios de trabajo, donde se manipulaba y envasaba el producto final. Pasear entre estas estructuras ofrece la posibilidad de imaginar la actividad intensa que caracterizó a Baelo Claudia en su apogeo: pescadores descargando atunes, operarios despiezando los animales, esclavos removiendo la salmuera en las piletas y ánforas listas para ser embarcadas hacia los puertos del Imperio.

 

factoria de salazones en Baelo Claudia
Factoría de salazones en Baelo Claudia (foto: Sergio Geijo)

 

ORCAS Y ATUNES. UN CICLO NATURAL EN EL ESTRECHO DE GIBRALTAR

El Estrecho de Gibraltar es mucho más que una frontera geográfica: constituye uno de los corredores biológicos más importantes del planeta. Sus aguas, agitadas por la confluencia del Atlántico y el Mediterráneo, son el escenario de un fenómeno natural que se repite cada año desde tiempos remotos: la migración del atún rojo (Thunnus thynnus) y la presencia estacional de las orcas (Orcinus orca) que lo acechan.

EL ATÚN ROJO

El atún rojo es una especie pelágica de gran tamaño, capaz de superar los tres metros de longitud y pesar más de 400 kilos. Nace en aguas templadas del Mediterráneo, pero pasa la mayor parte de su vida en el Atlántico Norte. Cada primavera, miles de ejemplares emprenden el viaje hacia el interior del Mare Nostrum para reproducirse. El Estrecho es el paso obligado de esta migración, un embudo natural que concentra a los bancos de atunes en una franja de apenas 14 kilómetros de mar.

LAS ORCAS

Las orcas, depredadores ápice de los océanos, han aprendido a aprovechar esta concentración. En el Estrecho se documenta un comportamiento singular: la caza cooperativa de atunes. Forman grupos coordinados —conocidos como pods— que trabajan juntos para separar a los peces más cansados y acorralarlos en aguas menos profundas. Su estrategia se basa en el agotamiento de la presa tras la larga travesía desde el Atlántico, lo que incrementa sus posibilidades de éxito.

Este fenómeno,  estudiado por biólogos desde la década de 1980, con investigaciones continuadas en el Estrecho por equipos españoles e internacionales, muestra la extraordinaria inteligencia social de las orcas. Algunas familias se han especializado en este recurso y transmiten de generación en generación las técnicas de caza, en un ejemplo claro de cultura animal. La presencia de orcas en el Estrecho está estrechamente ligada a la temporada del atún, concentrándose sobre todo entre los meses de mayo y agosto.

La interacción entre ambas especies no pasa desapercibida. Pescadores locales, especialmente los dedicados a la almadraba, han descrito durante siglos la rivalidad con las orcas, que compiten por el mismo recurso. Es muy probable que este espectáculo también fuera observado en la Antigüedad: los habitantes de Baelo Claudia, cuya prosperidad dependía de la captura y procesado del atún, no podían ignorar la presencia de estos grandes depredadores en las mismas aguas.

El Estrecho de Gibraltar sigue siendo hoy un laboratorio natural donde la biología marina se muestra en estado puro. El viajero que se embarca en Tarifa para avistar cetáceos puede contemplar cómo los ciclos naturales que sustentaron la economía romana siguen vivos en las aguas que separan —y al mismo tiempo unen— a dos continentes.

 

orcas en Tarifa
Orcas en el Estrecho (foto: Turmares)

 

TARIFA, CETÁCEOS Y BAELO CLAUDIA: EL AVISTAMIENTO EN EL ESTRECHO

A poca distancia de Baelo Claudia, el puerto de Tarifa abre la puerta a un encuentro directo con la fauna marina del Estrecho. Sus aguas, donde confluyen corrientes atlánticas y mediterráneas, generan un ecosistema de gran riqueza que convierte a este enclave en uno de los mejores lugares de Europa para la observación de cetáceos en libertad.

Las travesías suelen ofrecer el espectáculo de grupos de delfines comunes, listados y mulares, que se acercan a las embarcaciones y acompañan su avance con saltos y juegos. También es frecuente encontrar a los calderones comunes o ballenas piloto, que se desplazan en formaciones familiares muy cohesionadas. Durante la temporada del atún, las orcas pueden verse interceptando bancos de peces en aguas someras, mientras que en los meses de migración aparecen visitantes de mayor tamaño como el cachalote o el rorcual, que cruzan el Estrecho siguiendo sus rutas oceánicas.

 

delfines listados en Tarifa
Delfines listados (foto: Turmares)

 

El interés de la experiencia no se limita a los cetáceos. En estas salidas es posible observar aves marinas y migratorias, tortugas que emergen a la superficie o incluso peces luna, que nadan lentamente en aguas abiertas. Todo ello conforma un paisaje natural en constante movimiento, donde el viajero percibe la diversidad y vitalidad de este corredor biológico.

Las expediciones se realizan en embarcaciones adaptadas y con la presencia de biólogos marinos, que explican las características del medio y el comportamiento de las especies. Las salidas están siempre condicionadas por la meteorología y el estado del mar, lo que confiere a cada travesía un carácter único y aconseja mantener cierta flexibilidad en la planificación. Entre las empresas que organizan estas rutas destaca Turmares Tarifa, que trabaja desde hace décadas en la divulgación y conservación de la fauna marina del Estrecho, y cuya labor sirve de referencia para quienes desean comprender este ecosistema en profundidad.

 

avistamiento de orcas en Tarifa con Turmares en el Estrecho de Gibraltar
Avistamiento de orcas en el Estrecho (foto: Turmares)
MÁS INFORMACIÓN
TURMARES. Avistamiento respetuoso de delfines y ballenas en Tarifa
FIRMM ESPAÑA. Foundation for Information and Research on Marine Mammals
CIRCE. Conservación, información y estudios sobre Cetáceos

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